Hace unos días estuve en Portugal, en una zona llamada Cabeceiras de Basto, a solo 40 minutos en coche de la ciudad de Guimarães.
En plena pandemia resulta difícil hacer planes con antelación o viajes lejanos por obvias razones. La situación en España cambia con frecuencia y por eso Thomas y yo no quisimos arriesgarnos demasiado a seguir «coleccionando» vales de viaje (tenemos los que nos cancelaron de cuando íbamos a ir a París y Martinica) y decidimos buscar un lugar cercano a Galicia.
Teníamos ganas de desconectar un poco, disfrutar y llevarnos a Scooby. Echando un vistazo rápido por internet, encontramos A Quinta do Rapozinho, a unos 300 km de distancia.
En un extenso terreno donde había antiguos molinos, los propietarios restauraron seis casas de piedra. La nuestra tenía zona exterior con mesa para comer y una pequeña barbacoa, a la que sacamos buen partido preparando pescado. Por las mañanas, te acercan una cesta con un desayuno de lo más completo, incluyendo el pan del panadero local, o bizcochos que preparan ellos mismos.
Siguiendo con el recorrido, la zona cuenta con piscina y está rodeada de olivos y pequeños viñedos, de los que aproveché para coger hojas de parra (quiero preparar uno de mis platos griegos favoritos que os contaré en otra entrada en el blog).
Otro aspecto que disfrutamos mucho fue el silencio, respirar aire puro y tomar el sol.
Sin duda unos días de desconexión que nos hacían falta después de toda la locura de los últimos meses.
A Quinta do Rapozinho
Rúa José Machado
Cabeceiras de Basto.
Distrito de Braga. Portugal
quintadorapozinho.com