Para mi cumpleaños Thomas me regaló un viaje sorpresa a la ciudad francesa de Bordeaux. No había estado allí antes así que ¡mi alegría fue aun mayor por tener la oportunidad de visitar esta zona de Francia! Burdeos es la ciudad más grande de la región de Nueva-Aquitania, famosa por los viñedos de Saint-Emilion y Perigold.
El primer día fuimos a explorar el centro, incluyendo la preciosa Plaza de la Bourse, con el espejo de agua más grande del mundo, y el mercado cubierto de Les Capucins. Allí, en uno de los puestos, nos deleitamos con ostras, una tabla de quesos y algo de vino local. Pero como estaba diciendo antes, ningún viaje a Burdeos estaría completo si no se visitan los viñedos y los pueblecitos de alrededor. Y eso es exactamente lo que hicimos al día siguiente.
La primera parada fue en el increíble mercado de Libourne, situado alrededor de las calles de la plaza principal y su entorno. Todo lo que se encuentra ahí es de temporada. Decenas de puestos con productos locales como fruta fresca, verduras, quesos, pan, fiambre, aceitunas y marisco. Los colores de los alimentos y la manera en la que los comerciantes los exponen, hicieron que compráramos algunas porciones de queso y pan que comimos mientras seguimos nuestro camino hacia otros stands. Tomates de todos los tamaños, enormes alcachofas, ajos rosados frescos… ¡Este mercado es una verdadera fiesta para todos los sentidos!
A continuación, nos dirigimos a Saint-Emilion, donde disfrutamos recorriendo las estrechas callejuelas, comimos unas quiches buenísimas e hicimos algunas compras. Incluso encontramos una cuchillería tradicional con unos cuchillos tan bonitos que no pude evitar comprar algunos para mi colección de utilería. Después de unas horas, nos fuimos a las afueras a visitar una bodega. Unos días antes habíamos reservado un tour en Château Soutard. La mansión tiene una entrada preciosa flanqueada por árboles y viñedos. Llegamos con algunos minutos de antelación así que dimos una vuelta por el terreno y por supuesto, también para hacer unas fotos.
Durante la visita guiada tuvimos la oportunidad de saber cómo se clasifican los caldos de Burdeos, probar algunos de los que producen y aprender las bases para catar adecuadamente un vino. Además la sala donde lo almacenan es impresionante. También nos explicaron las prácticas que el château ha implantado, como el uso de cápsulas orgánicas, para confundir a los bichos y evitar que ataquen las vides. Resultó ser una visita genial a la par que conveniente porque se puede llegar allí fácilmente en coche o incluso caminando porque está a tan solo 10 minutos de Saint-Emilion.
Desde allí continuamos nuestra ruta hacia Bergerac. Primero visitamos el impresionante Château de Monbazillac situado en una colina con vistas al río. El château pertenece a la cooperativa del mismo nombre, constituida por 50 viticultores y desde ahí promocionan el vino de Bergerac.
Y entonces la ciudad, la cual me encantó inmediatamente. Bergerac está llena de casas de entramado medievales. En la plaza principal, llamada plaza Pelissiere, se levanta la iglesia de Saint Jacques, que llegó a formar parte del peregrinaje a Compostela. Ahí mismo, pudimos hacer una foto a la nueva estatua de Cyrano, y más tarde cenar en un restaurante y probar el vino de la zona.
Un cierre más que perfecto a una escapada a través de esta región de Francia entre viñedos y vino, quesos y mercados, y preciosas ciudades y pueblos.
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