Hace más o menos un mes estaba estrujándome el cerebro en hacer un regalo diferente a Thomas por su cumpleaños. Se me venían ideas diferentes a la cabeza pero ninguna terminaba de convencerme del todo.
No sé a vosotros, pero a mí me gusta pensar que los regalos que hago son especiales para esa persona, y por ello, muchas veces me encuentro con grandes dudas cada vez que se acerca un cumpleaños. Así que en esta ocasión pensé en buscar algo diferente con un alojamiento por el norte de España. Y así fue como di por internet con Cabañas con Encanto y decidí que mi regalo este año sería un fin de semana en los Valles Pasiegos.
A escasos 30 minutos de Santander, capital de la región de Cantabria (para aquellos que me leéis que no sois españoles) se encuentra esta preciosa zona que no necesita mucha descripción viendo las fotos que acompañan a este post. Pues bien, la cabaña que reservé se encontraba en medio de esos valles donde reina el silencio más absoluto. Imaginaros levantaros por la mañana, ver amanecer y disfrutar de la naturaleza y el aire más puro. Sobra decir que Thomas estaba encantando con su regalo, pero no os negaré que no se transformó al final en otro regalo para mí también.
Durante estos días de total desconexión disfrutamos de la comida típica de la zona, de visitar los alrededores, de caminar por los valles, de hacer fotos a 800 metros de altura, de animales de la zona, como vacas, ovejas y cabras, y, por supuesto, de la cabaña: barbacoas unos días almorzar y vino delante de la chimenea una de las noches.
Un fin de semana en los valles pasiegos largo como el que hicimos nosotros da para mucho. Existen varias localidades en los alrededores para visitar.
Primera: no dejéis de ir a Liérganes. Un municipio pequeño pero lleno de vida. Allí disfrutamos una noche de una tabla de quesos locales en un bar en la plaza principal.
También conocimos de primera mano la leyenda de la que tanto presumen “El hombre pez”, del puente romano y de las casas típicas.
Segunda: Selaya, de donde nos llevamos varios souvenirs. El primero, mantequilla y quesos típicos después de visitar la Quesería La Jarradilla y unos sobaos pasiegos y una quesada de Casa El Macho, una pastelería en el centro del pueblo, que se ha ganado su fama en los Valles.
Tercera: San Roque de Riomiera. Aquí hay unas vistas preciosas de los valles y el que en nuestra opinión tiene seguramente uno de los mejores restaurantes de la zona para comer: «La Vieja Escuela Restaurante». No te pierdas su cocido montañés, el cabrito (por encargo), sopa de cocido lebaniego, queso de cabra al horno con anchoas de Santoña, carico montañés y para endulzar tarta de sobao. La carta es extensa y la podéis consultar en Google.
Y por supuesto, recorred la zona (necesario coche) donde os encontraréis muchos escenarios para fotografiar y disfrutar a lo largo de los Valles.
En mi cuenta de Instagram encontrarás un Story destacado llamado Cantabria donde puedes ver más fotos y vídeos.
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